La observación, por parte de padres y profesores, de los hábitos visuales del niño es, en ocasiones, decisiva para detectar posibles problemas de visión.

Algunos posibles síntomas pueden ser:

• En algunos momentos, desvía el ojo.
• Lee muy despacio y se apoya con el dedo.
• No comprende lo que lee
• Le duele la cabeza o le pican con los ojos cuando mira de cerca.
• Cuando lee o escribe ve borroso o doble.
• Cierra un ojo o lo tapa a veces.
• Escribe con la cara pegada al papel.
• Inclina la cabeza cuando estudia o mira la televisión.
• Cuando lee, mueve la cabeza en lugar de mover los ojos.
• Escribe hacia arriba y hacia abajo con letra irregular.
• Se pierde cuando tiene que mirar la pizarra y la mesa,
• Tiene dificultades cuando hace deporte, lee o escribe.
• Invierte las letras (b-d, p-q).
• Se acerca mucho a los libros.
• Cuando lee, se salta palabras o líneas enteras; también lee dos veces la misma línea.
• Pierde fácilmente la atención y distrae a sus compañeros.

Más del 70% de la información que procesamos es visual, en el aprendizaje la relación con la visión es elevada.

Hemos entendido que vista y visión son diferentes, por lo que además de tener una buena vista la visión debe funcionar de manera óptima para aprender y entender lo que leen.

El enfoque lejos-cerca, los seguimientos, la coordinación entre los dos ojos, la coordinación ojo-mano, la discriminación de formas, el cierre visual, la visualización, etc. son habilidades que deben estar bien desarrolladas y ser eficaces para un aprendizaje de calidad, si no es así, puede que nuestro niño no llegue a su máximo potencial.

Prácticamente todas las alteraciones no patológicas de la visión, como:

• Ambliopía (ojo vago).
• disfunciones acomodativos/convergencia
• disfunciones de visión binocular como estrabismo
• Miopías progresivas.
• Alteración en el aprendizaje y percepción visual.
• Fatiga visual y problemas de concentración.